Esa otra voz de una mirada
ese fuego que palpita y calla.
Creer en alas renaciendo a cada momento
y del paso suelto quitar
una idea que remite a un nombre, al viento.
Esa otra voz
como si toda ella fuera sol
en los ojos abiertos de la nueva mañana;
creer
que cobran vida las náyades junto al incienso
y que la lluvia aleja del sendero.
Aún a orillas del sueño
la pasión vale por la quietud del fuego,
cuando lo terreno y lo celestial comulgan
y se empeñan en acercarse al alma.
HUGO PATUTO (De "Precioso ángel en llamas" (poemas), edición del autor, 1982)
Hace 1 año
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